martes, 16 de julio de 2013

VALORAR EL PROCESO, NO EL PRODUCTO

Generalmente se tiende, tanto por parte de la sociedad como por parte de algunos maestros y profesores,  a valorar el producto final muy por encima del esfuerzo realizado.
Esto puede valer en una sociedad de adultos donde poco nos importará cuánto ha empleado un carpintero en terminar una mesa, valoraremos el producto final y lo compraremos o no.

Otra cosa será lo que haga el carpintero que no vende mesas, ¿dejará el trabajo? ¿se esforzará más? ¿innovará para hacer una mesa mejor que sus competidores? ¿aprenderá de su competencia?..

Estas actitudes de esfuerzo y mejora, se deberían valorar durante la enseñanza obligatoria (y más aún en los cursos iniciales) tanto por familias como por profesores. 

Los alumnos muestran sus tareas, sus trabajos, hacen los exámenes y por ello (por su producto final) reciben una nota. Pocas veces se mira detrás de un trabajo mediocre que ha recibido horas de esfuerzo y de superación (no puedo pero debo seguir, no voy a aprobar pero debo intentarlo, no creo que saque buena nota pero sigo, debo mejorar con respecto al anterior trabajo...).
Las familias, encantadas de que el niño traiga un sobresaliente, lo felicitan y si tiene un suficiente le critican, sin tener en cuenta el proceso para obtener esa calificación.
No nos damos cuenta lo importante que es para el niño apreciar su trabajo y esfuerzo, muy por encima de la nota obtenida. 


Quizá, si realizásemos una ponderación entre lo que el alumno es capaz de hacer en ese momento y lo que consigue hacer, obtendría mejor nota que el alumno más aventajado del aula. 

Este desequilibrio entre esfuerzo realizado y resultados obtenidos genera  actitudes de protección y huida que influyen directamente en la autoestima de la persona, con todo lo que eso conlleva.

Pero alguien podría pensar que el mundo no es de color  rosa y también deben aprender a fracasar. Y es verdad. Pero aprender del fracaso no es una actitud innata, conlleva actitudes de superación y de gestión de las propias emociones que hacen que sea complicado para los niños. 

Una evaluación activa por parte de todos, reconociendo avances (como fruto del esfuerzo) y también aspectos de mejora (a su alcance - zdp-), hará que el niño se vea cada vez más capaz y motivado.